Conocimiento versus responsabilidad


Tal como se ha escrito en párrafos anteriores, el poseer el conocimiento o la operación de éste son factores generadores de competencias y, consecuentemente, de niveles o grados de responsabilidad; sin embargo es válido hablar de evasión de la responsabilidad en algunos seres humanos, para ello se suelen considerar algunos mecanismos comúnmente utilizados.

 

La primera práctica común de evasión de responsabilidad es aquella sustentada en el concepto de que si obedezco órdenes, si trabajo para alguien, entonces no tengo ningún grado de responsabilidad por mis acciones u omisiones, los tecnólogos pueden decir que son los políticos, los militares o los industriales los responsables. En nuestro medio existen otros mecanismos de evasión de responsabilidades producto de nuestra idiosincrasia cultural, del ser individuos de un país tercermundista dependiente económicamente y con grandes limitaciones de índole presupuestaria, entre ellos es común citar a la naturaleza como corresponsable por las inundaciones, terremotos y enfermedades. La dilución es otra forma de evasión de responsabilidad, en situaciones en las que todos somos responsables, de manera que el grado de responsabilidad de cada uno desaparece, globalizando el problema. También es observable situaciones de evasión de responsabilidad, sustentados en la lealtad hacia una persona o institución. Desde la perspectiva tecnológica otro medio común de evadir responsabilidades es aquel en el que el error se traslada a máquinas o a objetos inanimados: por ejemplo el estribillo referente a “falló el programa...”, se procede como si el recurso tecnológico tuviese vida. Se olvida que la tecnología no es más que una creación humana, cuya producción responde al conocimiento del ser humano.

 

Responsabilidad y ética se corresponden entre sí de manera directa, la responsabilidad es la capacidad del ser humano de responder por sus acciones, lo que implica la posibilidad de crítica. Es posible que dicha respuesta se produzca por exceso o por defecto.

 

En la respuesta por excesos, los daños o riesgos responden a responsabilidad de culpa. En la respuesta por defecto, los errores cometidos son producto de la responsabilidad por desconocimiento. Científicos y tecnólogos deben valorar los posibles usos y consecuencias sobre sus conocimientos y producción intelectual de ahí su alto grado de responsabilidad, motivo por el cual es necesario analizar la responsabilidad bajo la óptica de los riesgos y amenazas, así como las posibilidades que repercuten producto del conocimiento tecnocientífico.

 

Desde la perspectiva ética el conocimiento tecnológico es pernicioso cuando este puede ser causa de daño o perjudicial para el ser humano y la naturaleza. Por ejemplo: tecnología de violencia, tecnología para la manipulación, tecnología del desuso planificado y tecnología venenosa. De igual forma cuando se realizan investigaciones sin tomar en cuenta las precauciones necesarias producto de la premura o improvisación y cuando se investiga preocupados en el interés particular descuidando el interés público. Todos estos son casos cuestionables desde la ética del desarrollo tecnológico.

 

Hans Jonas, en su libro The Imperative of Responsability, concluye que “la tecnología aparte de sus trabajos objetivos, asume una significación ética dado el papel central que ahora ocupa en los propósitos humanos”. (Jonas, 1984, p.9). Desde la perspectiva de Jonas los niveles éticos que trascienden la tecnología son cada vez más globalizados.

 

Nos enfrentamos ante un momento crítico en la historia de la Tierra, la humanidad debe elegir su futuro. A medida que el mundo se vuelve cada vez más interdependiente y frágil, el futuro depara a la vez, grandes riesgos y grandes promesas. Para seguir adelante, debemos reconocer que en medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común. Ante la llamada globalización ética no nos queda más que unir esfuerzos en procura de un desarrollo sostenible sustentado en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz. Por lo tanto, es indispensable que científicos, tecnólogos y, en general, los pueblos de la Tierra, declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros, con una verdadera perspectiva ética hacia la vida y hacia las generaciones futuras.

 

El conocimiento y el desarrollo científico tecnológico deberán promover la recuperación de nuestro planeta y el bienestar de la humanidad; todo avance en los campos del conocimiento deberá llevar de manera implícita la preservación de la biosfera, con todos sus sistemas ecológicos, preservando variedad de plantas y animales, tierras fértiles, aguas puras, aire limpio y una sociedad respetuosa de la diversidad cultural y étnica, capaz de vivir en armonía como verdaderos hermanos en este planeta.

 

La ciencia y la tecnología deberán contribuir como medios o herramientas que nos permitan fomentar la producción, promover el consumo racional evitando de esta manera la devastación ambiental, el agotamiento de recursos y una extinción masiva de especies.

 

La ética globalizada deberá seguir una dirección diametralmente opuesta al concepto de globalización imperante en nuestros días, en el que las comunidades están siendo destruidas. Los beneficios del desarrollo no se comparten equitativamente y la brecha entre ricos y pobres se está ensanchando. La injusticia, la pobreza, la ignorancia y los conflictos violentos se manifiestan por doquier y son la causa de grandes sufrimientos. Un aumento sin precedentes de la población humana ha sobrecargado los sistemas ecológicos y sociales. Los fundamentos de la seguridad global están siendo amenazados. Estas tendencias son peligrosas, pero no inevitables.

 

La responsabilidad que involucra ser poseedor del conocimiento hará que estos poseedores del conocimiento deban tomar la decisión de vivir de acuerdo con un sentido de responsabilidad universal, identificándose con toda la comunidad del universo, al igual que con nuestras comunidades locales. Asimismo, los transmisores del conocimiento deberán involucrar a todos y cada uno de los receptores de conocimiento de la responsabilidad hacia el bienestar presente y futuro de la familia humana y del mundo viviente en su amplitud, con un verdadero espíritu de solidaridad humana y de afinidad con toda la vida, con respecto al lugar que ocupa el ser humano en la naturaleza.