Tecnología

Cuando se hace referencia a la tecnología, generalmente se está vislumbrando el proceso por medio del cual los seres humanos diseñan herramientas y máquinas para incrementar su control y comprensión del entorno. El término proviene de las palabras griegas “tecné”, que significa “arte” u “oficio”, y “logos”, “conocimiento” o “ciencia”, “área de estudio”, por lo tanto desde la perspectiva etimológica, la tecnología es el estudio o ciencia de los oficios.  Tecnología es la organización y aplicación de conocimientos para el logro de fines prácticos. Incluye manifestaciones físicas como las máquinas y herramientas, pero también técnicas intelectuales y procesos utilizados para resolver problemas y obtener resultados deseados.

 

Se puede hacer referencia a la tecnología como el conjunto de reglas instrumentales que prescriben un rumbo racional de actuación para lograr una meta previamente determinada y que debe evaluarse en función de su utilidad y de su eficacia práctica.

 

La tecnología es creada por el hombre con el fin de satisfacer una necesidad, esta necesidad es la causa de la evolución tecnológica. La tecnología se encuentra en constante evolución y los objetos que no se adaptan simplemente desaparecen, es decir, a medida que las necesidades son mayores o más complicadas se necesita crear un objeto que pueda llenar el vacío, el cual llega a reemplazar el anterior.

 

La tecnología tiene antecedentes que pueden resultar tan antiguos como la humanidad misma. Aunque los antecedentes de la tecnología se consideran más bien como técnicas basadas en la experiencia, sin embargo, en las distintas manifestaciones escritas por el hombre de las épocas más remotas se detecta la búsqueda incesante de herramientas que permitan controlar y facilitar su supervivencia en su entorno más cercano.

 

Se dice que vivimos una era tecnológica y, se imputa a la tecnología el crecimiento económico sin precedentes de los países industrializados y el aumento consiguiente de la riqueza material. La tecnología no es un hecho aislado en la civilización actual, sino que está presente en la sociedad como un fenómeno cotidiano del cual se expresan políticos y distintos sectores, en relación con su  impacto en el desarrollo económico y social.

 

A través del tiempo se ha argumentado que la tecnología no es solo condición esencial para la civilización avanzada e industrial, sino que también la velocidad de cambio tecnológico ha desarrollado su propio ímpetu con el transcurrir del tiempo. Las innovaciones parecen haber surgido a un ritmo que se incrementaba en progresión  geométrica en la mayoría de los casos, y en progresión exponencial en otras áreas tecnológicas de avanzada, conocidas en nuestra época como tecnología de punta, sin tener en cuenta zonas geográficas o sistemas políticos. Estas innovaciones tienden a transformar los sistemas de cultura tradicionales, produciéndose, con frecuencia, consecuencias sociales inesperadas. 

 

Tecnología es la organización y aplicación de conocimientos para el logro de fines prácticos, incluye manifestaciones físicas como las máquinas y herramientas, pero también técnicas intelectuales y procesos utilizados para resolver problemas y obtener resultados deseados.  Igual que la ciencia, implica un proceso intelectual, ambas se refieren a relaciones causales dentro del mundo material y emplean una metodología experimental con demostraciones empíricas que pueden verificarse mediante repetición. La mayoría de muchos cambios de la era industrial no tuvieron origen en los laboratorios. Las herramientas y los procesos fundamentales en los campos de la mecánica, la química, la astronomía, la metalurgia y la hidráulica fueron desarrollados antes de que se descubrieran las leyes que las gobernaban. Así, por ejemplo, la máquina de vapor era de uso común antes de que las teorías científicas de la termodinámica esclarecieran los principios físicos que sustentan sus operaciones. No obstante, en la actualidad, la mayoría de los avances tecnológicos dependen y tienen un gran apoyo de la teoría científica.

 

Es usual que exista confusión entre ciencia y tecnología a pesar de que ambas tienen propósitos diferentes, así mientras la ciencia profundiza en lo teórico de la realidad, la tecnología se encarga de proporcionar los medios y procedimientos necesarios para la satisfacción de las necesidades.  De tal forma suele pensarse que el desarrollo tecnológico no es más que el conocimiento científico aplicado, sin embargo es importante destacar que la tecnología no se limita a tomar ideas de la ciencia como forma de dar respuesta a las diferentes necesidades humanas y a algunos problemas sociales, sino que va más allá configurando los distintos problemas y desarrollando sus propios métodos con características específicas que le permitan funcionar en la práctica al mismo tiempo que sea útil.  En tal sentido, el conocimiento tecnológico es interdisciplinario y pragmático y está orientado hacia la resolución de problemas y la toma de decisiones en la sociedad.  

 

Desde los tiempos más remotos de nuestra civilización, el hombre neolítico incursionó en una verdadera revolución y transformación técnica, el gran paso fue el control del fuego. Mediante la fricción de piedras contra piritas para producir chispas es posible obtener fuego y liberarse de esta manera de la necesidad de mantener los fuegos obtenidos de fuentes naturales tales como radiación o tormentas eléctricas. El fuego se utilizó para proporcionar luz y calor y, posteriormente para el cocimiento de granos y otras fuentes de alimentación. Después del descubrimiento, uso y conservación del fuego podemos hablar de la técnica, como el saber hacer con carácter empírico pero con una tendencia al mejoramiento de los instrumentos y procesos por el método de prueba y error.  Estudios e investigaciones de índole antropológico han determinado a las herramientas de caza y recolección como los artefactos humanos más antiguos que se conocen, los que se desarrollaron a partir del contacto y familiarización de los materiales del entorno natural de los hombres.  Entre ellos se pueden mencionar las hachas manuales de piedra encontradas en África, en el este de Asia y en Europa. Los primeros fabricantes fueron grupos nómadas de cazadores. Alrededor del 100.000 A.C., las cuevas de los ancestros homínidos de los hombres modernos contenían hachas ovaladas y otros instrumentos de piedra, que corresponden a manifestaciones técnicas de estos seres.  

 

Conforme avanzó la civilización se incrementó el conocimiento técnico, sobre todo con la construcción y desarrollo de instrumentos de metal, en primera instancia, el bronce, comúnmente utilizado en la construcción de armas y otros utensilios de labranza por pueblos ya establecidos. Son los pueblos que dejan de ser nómadas los que, en su incesante búsqueda de prácticas culturales dirigidas a la agricultura, desarrollan arpones de púas, el arco, la flecha, las lámparas de aceite animal y las agujas de hueso para fabricar recipientes y ropa. También se embarcaron en una revolución cultural mayor, el cambio de la caza y de la recolección nómada a la práctica sedentaria de la agricultura, esto se realiza hacia el año 10 000 A.C., en los valles de la Mesopotamia.

 

La necesidad de la explotación de fuentes minerales de forma más eficiente, hizo que se evolucionara hacia diferentes tipos de transporte, siendo los más utilizados los barcos de junco, las balsas de madera y algún tipo primitivo de carro con ruedas.  La experiencia empezó a mostrar sus efectos.  Así, la demanda de leña condujo a la deforestación,  y el pastoreo excesivo de ovejas y de ganado vacuno provocó que crecieran menos árboles nuevos en la tierra ya empobrecida de la región. La doma de animales, la agricultura de monocultivo, la deforestación y las inundaciones periódicas llevaron a la aparición gradual de áreas desérticas, producto de las prácticas culturales de índole técnico y al uso irracional de los recursos.

 

El advenimiento de las ciudades

 

Con el establecimiento de los pueblos y la concentración de población con requerimientos y servicios específicos propios surge una de las creaciones tecnológicas más complejas del hombre:  la ciudad. Desde éste punto de vista, la tecnología ya no puede describirse sólo en términos de herramientas, avances agrícolas y otros procesos técnicos como los utilizados en minería y metalurgia, por ejemplo, ya que la ciudad es en sí misma un sistema tecnológico.  La representación gráfica es un hecho evidente de los primeros símbolos escritos que se usaron para representar una ciudad: un círculo con redes  de líneas que indicaban los primeros sistemas de transportes y comunicaciones.  La aparición de la ciudad trajo consigo mayores requerimientos de alimentos y de diversos tipos de material que posibilitaran la construcción de templos, tumbas y murallas protectoras de pueblos invasores. La acumulación de metales preciosos, la construcción de murallas defensivas y el control de los ejércitos y los sacerdotes aseguraron la ascendencia del rey, al que puede denominarse el primer tecnólogo urbano. Las pirámides de Egipto o México simbolizan el poder organizativo y la magnitud tecnológica de los primeros asentamientos urbanos.

 

La construcción de estas edificaciones y monumentos enormes, el crecimiento del mercado de los productos de metal y el desarrollo de los recursos acuíferos también llegaron a una normalización de los sistemas de medidas. El crecimiento de las ciudades también estimuló una necesidad mayor de escribir. Los egipcios comenzaron a escribir sobre un material similar al papel en jeroglífico. Además, la ciudad provocó seguridad, estatus social y ocio a la clase intelectual de los escribas, médicos, profesores, ingenieros, magos y adivinadores. 

 

Arquímedes, Herón, Ctesías y Tolomeo escribieron sobre algunos principios físicos de sifones, poleas, palancas, manivelas, bombas contra incendios, ruedas dentadas, válvulas y turbinas. Algunas contribuciones prácticas importantes de los griegos fueron el reloj de agua de Ctesías, el dioptra (instrumento de topografía) de Herón de Alejandría y el tornillo sinfín de Arquímedes. Del mismo modo Tales de Mileto contribuyó notablemente con los sistemas de navegación al introducir métodos de triangulación. No obstante, los avances tecnológicos de los griegos no crecieron a la par con sus contribuciones al conocimiento teórico.

 

En Roma la organización y la construcción contribuyen para que se produzcan notables avances tecnológicos. El desarrollo de la civilización urbana produjo en éste período avances en ingeniería con la construcción de enormes sistemas en obras públicas. Con el uso de cemento resistente al agua y el principio del arco, los romanos construyeron  carreteras a través de su vasto imperio. También construyeron numerosos coliseos, baños públicos y muchos acueductos, alcantarillas y puentes, asimismo son los precursores de la introducción del  molino de agua y del posterior diseño de ruedas hidráulicas con empuje superior e inferior, que se usaron para moler granos, aserrar maderas y cortar mármol. En el ámbito militar, los romanos avanzaron tecnológicamente con la mejora de armas, como la jabalina y la catapulta.

 

Tecnología en la Edad Media

 

Contrario a lo que se piensa generalmente durante el período histórico conocido como Edad Media se produjeron grandes avances tecnológicos. Culturas como la bizantina e islámica que florecieron en ésta  época, tuvieron una importante actividad en las áreas de la filosofía natural, el arte, la literatura, la religión, y en particular, la cultura islámica aportó numerosos contribuciones científicas, que tendrían gran importancia en el renacimiento europeo. La sociedad medieval se adaptaba fácilmente, y estaba dispuesta a adquirir nuevas ideas y métodos de producción a partir de cualquier fuente, viniera de las culturas del Islam y Bizancio, China, o de los lejanos vikingos.

 

La guerra y la agricultura

 

En relación con los ejércitos: se mejoró la caballería como arma militar con la invención de la lanza y la silla de montar (Siglo IV a.C.); se desarrolló una armadura más pesada. Crianza de caballos más grandes. Construcción de estructuras arquitectónicas notables, tales como los castillos. Introducción de la ballesta. Fabricación de pistolas, cañones y morteros.

 

En lo que respecta a la agricultura se debe citar:  el  molino incrementó la cantidad de granos molidos, de madera aserrada y favoreció la formación de molineros expertos en minerales compuestos.

 

La máquina de hilado se introdujo en China en el siglo XIII o XIV mejorando la producción de hilo y la costura de ropa. La chimenea se introdujo en los hogares, ahorrando madera cada vez más escasa debido a la expansión agrícola. Las mejoras en el arado, producen excedentes agrícolas (año 1000), se incrementa el comercio y el crecimiento de las ciudades.

 

Otros inventos que se deben destacar en esta época son por ejemplo: la invención de un reloj con péndulo en 1286 hizo posible que la gente modificara sus costumbres en un mundo estructurado diariamente por el curso del sol, y cada año, por el cambio de estaciones. Este invento cuyo principio se atribuye a Silvestre II, papa de origen franco y que además introdujo el sistema árabe de numeración en Europa occidental.  El reloj fue además una ayuda para la navegación y la medida precisa del tiempo, factor esencial para el desarrollo de la ciencia moderna.

 

En el campo de la tecnología, la invención de la imprenta en el siglo XV revolucionó la difusión de los conocimientos.  La invención de la imprenta provocó una revolución social que no se ha detenido aún. Los chinos habían desarrollado tanto el papel como la imprenta antes del siglo II a.C., pero no fue muy difundida en el mundo occidental. El inventor de la imprenta Johann Gutemberg (alemán), solucionó el problema del moldeo de tipos móviles en el año 1450. La vida intelectual no continuó siendo dominio de la iglesia y del estado; y la lectura y la escritura se convirtieron en las necesidades de la existencia urbana.    La imprenta incrementó el número de ejemplares, ofreció a los eruditos textos idénticos con los que trabajar y convirtió el trabajo intelectual en una labor colectiva. 

 

El uso de la pólvora transformó las tácticas militares entre los años 1450 y 1550, favoreciendo el desarrollo de la artillería, que mostró sus efectos devastadores contra los muros de piedra de castillos y ciudades. El ejército medieval, encabezado por la caballería y apoyado por arqueros, fue reemplazado progresivamente por la infantería, provista de armas de fuego y picas; tales fuerzas formaron los primeros ejércitos permanentes de Europa. 

 

A finales del siglo XVI, Galileo dio un paso fundamental mediante la aplicación de modelos matemáticos a la física. Los métodos y resultados científicos modernos aparecieron en el siglo XVII producto del éxito de Galileo, quien a los métodos antiguos de inducción y deducción, añade la verificación sistemática mediante experimentos planificados, en los que empleó instrumentos científicos de invención reciente como el telescopio, el microscopio o el termómetro. 

 

A finales del siglo XVII se amplió la experimentación: el matemático y físico Torricelli empleó el barómetro; el matemático, físico y astrónomo holandés Huygens usó el reloj de péndulo; el físico y químico británico Robert Boyle y el físico alemán Otto Von Guericke utilizaron la bomba de vacío.

 

LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

 

Inició en Inglaterra, país con gran auge económico en los siglos XVI y XVII; contaba con los recursos necesarios para potenciar el desarrollo tecnológico, así como un fuerte apoyo institucional y una red comercial amplia y variada. Los cambios económicos, incluidos una mayor distribución de la riqueza y un aumento del poder de la clase burguesa, la pérdida de valor de la tierra como fuente fundamental de riqueza y poder, y los negocios oportunistas, contribuyeron a que la Revolución Industrial comenzara en Gran Bretaña.

 

Las primeras fábricas aparecieron en 1740, concentrándose en la producción textil. En esa época la mayoría de los ingleses usaban prendas de lana, pero pronto se vieron desplazadas por el algodón, especialmente tras la invención de la  desmotadora de algodón del estadounidense Eli Whitney en 1793. Algunos inventos británicos y las mejoras de los telares realizadas por Samuel Crompton fueron integradas con una nueva fuente de potencia: la máquina de vapor.

Nuevas prácticas laborales

La Revolución Industrial condujo a un nuevo modelo de división de trabajo, con la creación de la fábrica moderna, que introdujo una red tecnológica cuyos trabajadores no necesitan ser artesanos y no tenían que poseer conocimientos específicos. Por ello, la fábrica introdujo un proceso de remuneración impersonal basado en un sistema de salario. Como resultado de los riesgos financieros asumidos por los sistemas económicos que acompañaba a los desarrollos industriales, la fábrica condujo también a la amenaza de despido hacia los trabajadores.

 

El sistema de fábrica triunfó después de una gran resistencia por parte de los gremios y de los artesanos ingleses, que veían con claridad la amenaza sobre sus ingresos y forma de vida.

 

En la fabricación de mosquetes, por ejemplo, los armeros lucharon contra el uso de partes intercambiables y la producción en series de rifles. Sin embargo, el sistema de fábricas se convirtió en una institución básica de la tecnología moderna y el trabajo de hombres,  mujeres y niños pronto pasó a ser otra mera mercancía dentro del proceso productivo. El montaje final de un producto (por ejemplo la segadora mecánica y la máquina de coser) no es el trabajo de una persona sino el resultado de un sistema integrado y colectivo. Esta división de trabajo en operaciones, que cada vez se especializaba más, llegó a ser la característica determinante del trabajo en la nueva sociedad industrial, con todas las horas de tedio que esto supone.

 

Auge tecnológico

 

Al aumentar la productividad agrícola y al desarrollarse las ciencias naturales (descubrimientos biológicos, químicos y microbiológicos, especialmente), la sociedad occidental llegó a tener gran fe en lo positivo del cambio tecnológico.  Algunas obras de ingeniería  tales como la construcción del canal de Suez, el canal de Panamá y la torre de Eiffel (1889) produjeron orgullo y asombro. El telégrafo y el ferrocarril interconectaron la mayoría de las grandes ciudades a fines del siglo XIX, la lámpara incandescente inventada por Thomas Alva Edison comenzó a reemplazar las velas y las lámparas; en 30 años todas las naciones industriales generaban potencia eléctrica para el alumbrado y para otros sistemas.

 

Inventos notables de los siglos XIX y XX, como el teléfono, la radio, el automóvil motorizado y el aeroplano sirvieron no solo para mejorar la calidad de vida, sino también para aumentar el respeto universal que la sociedad sentía por la tecnología.

 

La producción en serie con cadenas de montajes para los automóviles y para aparatos domésticos y la invención de muchas más máquinas para todo tipo de tareas, así como la aceptación de innovaciones por parte  de los países más avanzados, sobre todo, en Estados Unidos, se convirtió no solo en un hecho de la vida diaria, sino en un modo de vida que incidiría notablemente en la sociedad de la época.

 

Las sociedades industriales se transformaron con rapidez gracias al incremento de la movilidad, la comunicación rápida y a una gran cantidad de información disponible en los medios de comunicación.

 

La Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión forzaron un reajuste de esta rápida explosión tecnológica. Es este momento de guerras, con la construcción de submarinos, armas, grandes barcos acorazados y armamento químico lo que hizo ver más claramente la cara destructiva del cambio tecnológico.

 

Aunado a ello, la tasa de desempleo en todo el mundo así como los desastres económicos provocados por las instituciones capitalistas en la década de 1930 suscitaron, en algunos sectores, las críticas más enérgicas sobre los beneficios que resultaban del progreso tecnológico.

 

Con la Segunda Guerra Mundial llegó el desarrollo del arma que desde entonces constituye  una amenaza general para la vida sobre el planeta: la bomba atómica. El gran programa para fabricar las primeras bombas atómicas durante esta guerra, el proyecto Manhattan fue el esfuerzo tecnológico más grande y más caro de la fecha. Este programa abrió una época no solo de armamento de destrucción en masa, sino también de ciencia de alto nivel, con proyectos tecnológicos a gran escala que a menudo financiaban los gobiernos y se dirigían desde laboratorios científicos importantes.

 

 

En principio se ha supuesto que el acontecimiento que desencadenó el desarrollo del computador fuese la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, otros hechos nos llevan a otros años para situar su desarrollo.

 

Durante la II Guerra Mundial, los países que participaban en la lucha desviaron los recursos materiales y humanos que estaban trabajando en los primeros desarrollos significativos del cálculo programable y los aplicaron a sus necesidades belicistas.

 

El historiador de las ciencias y las técnicas que quiera escenificar la invención del computador es víctima de una segunda tentación clásica: la del individuo fundador. Varios candidatos comparten los créditos, entre los cuales cabe citar a Charles Babbage, Allan Turing y John von Newmann.